El Amor y el Ser verdadero.
Dice Heidegger que existen dos obstáculos que frenan el desarrollo humano:
La satisfacción complacida de quien se contenta con lo que hay y quien lleva una existencia desasosegada, yendo de aturdimiento en aturdimiento, en busca de algo más. En una actitud enajenada que lo aleja cada vez más de su verdadero ser. Dice que en el amor debemos poseer y saborear lo que tenemos y al mismo tiempo aspirar a poseer más plenamente el bien (el ser posee más amor mientras más ama, no cuanto más amor recibe) . El verdadero ser encuentra el equilibrio entre lo que hay y lo que está por llegar.
En el amor verdadero el yo, no se identifica con lo que ama. Percibe lo que ama como una nueva oportunidad de expresar su ser amoroso en esa relación. Y puede incluso desprenderse de lo que ama, respetando y comprendiendo el valor de la independencia y libertad. Cuando el yo se identifica, convierte el amor en un objeto. Entonces quiere poseer y controlar al objeto del deseo.
El apego atrapa tanto al que ama como al objeto amado. Con el apego se pierde la libertad e independencia. Atrapamos al otro con el miedo de perderlo. Atrapamos al otro con las expectativas no resueltas. Atrapamos al otro con los deberes y obligaciones.
El apego convierte la relación en una cárcel. El ego es el juez que dictamina el tamaño de la culpa y el castigo a cumplir. En el apego dejo de pcibir al otro como es y solo quiero relacionarme con la imagen idealizada que el otro expresa de mi (eres el más guapo, el más inteligente…). Cuando esa imagen idealizada cambia el enamoramiento del ego termina. Aparece la desilusión y el ego sostiene que todo ha terminado. Cuando la relación es del ego todo se centra en lo superficial y externo, no hay intimidad verdadera. Está sostenido por los momentos agradables y en cuanto aparecen los problemas, el ego volátil huye.
Uno de los aspectos de la integración es el equilibrio entre interioridad y exterioridad. Es maravilloso desarrollar actividades con otros, divertirse, los amigos y la emoción de la vida. Tan importante como el recogimiento y la charla profunda, los momentos en que develamos el ser . Cuando juntos caminamos juntos hacia la espiritualidad. En esos momentos en que percibimos el alma de el otro que asoma a sus ojos. Esa es la intimidad del ser.
El verdadero ser es propositivo no reactivo. No está a merced de las envidias, la impaciencia y desesperación de los demás. El que en vez de reaccionar a los problemas y amenazas sabe buscar solución a los problemas. Es quien en vez de buscar culpables propone soluciones y se compromete en mejorar.
Se responsabiliza de sus emociones, en vez de culpar a otros. Me haces enojar… me desesperas… y evita las reacciones automáticas resultado del sistema hormonal.
Puede hablar de sus emociones con libertad, sin avergonzarse, ni culparse. Puede escuchar las emociones de los demás con aceptación y respeto. Sin querer manipular o cambiar la forma de sentir del otro. El verdadero ser acepta las emociones difíciles como el enojo y la tristeza como parte de la naturaleza del ser y sabe relacionarse con esas emociones.
Un ser en relación puede compartir, comprometerse y relacionarse con los demás sin sentirse amenazado ni amenazar a los demás. Sin temor a perder su independencia, ni su libertad, ni sentirse atrapado, ni atrapar a los demás. Descubre el valor y la importancia de la intimidad en una libre interacción.
En el verdadero ser lenguaje y conducta corporal están sintonizadas con sus emociones, evitando así enviar dobles mensajes o mensajes paradójicos, que atrapan a los demás, dificultando una respuesta. Sabe expresar lo que le sucede como una forma de compartir, nunca para que el otro resuelva o cambie.
Usa las cosas y ama a las personas, en vez de amar las cosas y usar a las personas. Entiende que las personas son más importantes que las cosas. Es desprendido sabiendo soltar las cosas, para que su relación con las personas sea mejor y más auténtica. Aprecia el ser por encima de la posición social, económica o el rol que desempeña.
En una sola palabra el verdadero ser es amor.