La Ofensa y el Resentimiento vs el Perdón
El resentimiento es una sensación que nace de una situación que calificamos como ofensiva. Una ofensa es algo que alguien hace o dice, que de alguna manera nos incumbe y que rompe el límite de nuestras creencias sobre lo que debe ser un trato cortés. Es una ruptura de una norma social o moral que está explícita o implícita. Por eso es tan común que un extranjero pueda ofender a alguien si se encuentra en un lugar del que desconoce la cultura y las costumbres del trato con los demás. Mientras que en nuestro país es una falta de respeto eructar durante la comida, para algunas tribus esquimales es un acto que se traduce como “gracias, la comida está muy rica” y como este hay muchos ejemplos más. Algunas costumbres en algunos lugares pueden costar la vida en otros y detrás de eso está la ofensa.
Así como todo esto de la ofensa es un asunto social, también tiene matices y se puede convertir en un asunto individual. Por ejemplo, los niños de una familia han entendido que su papá se molesta cuando juegan pelota en el jardín mientras él trabaja en la terraza. Como él sabe que ellos comprenden que precisamente para él es molesto, cuando lo hacen se ofende, pues lo entiende como una acción dirigida a él específicamente para molestarlo y no como algo que los niños quisieran hacer, independientemente de su presencia en la terraza. En este ejemplo se expone muy claramente la diferencia entre sentirse molesto y sentirse ofendido. La intención lo cambia todo. Cuando alguien hace algo que nos molesta y además nos enteramos o asumimos que lo hizo con la intención de molestarnos, entonces no solamente estamos molestos, ahora estamos ofendidos. Así como todo el mundo tenemos un espacio físico vital de acercamiento con otras personas, también tenemos un espacio “moral” vital que no nos gusta que nadie invada. Cuando ese espacio es invadido nos sentimos atacados.
Ya todos saben que a la abuela no le repugna el aroma de las gardenias. Un día uno de sus nietos se sintió conmovido y le compró flores que casualmente eran gardenias. Ella, lejos de sentirse contenta se siente ofendida, pues asume que su nieto sabe lo que está haciendo. A partir de ese día y durante todo el mes, la abuela se siente molesta y ofendida por su nieto, por lo que en las comidas familiares lo saluda con desdén, no le dirige la palabra ni la mirada y hace notar en general un trato distinto.
Ella se quedó con la sensación que le provocó sentirse ofendida. Decidió guardar esa molestia dirigida a su nieto y en cada ocasión que lo ve no pierde oportunidad en expresar esa molestia. A eso se le llama resentimiento. Como lo explica J.M. Etchegaray (2012) en su libro Manual de Emociones, el resentimiento es una sensación que genera poder a quien la expresa. Es una manera de decirle a alguien que hizo algo mal y que entonces nosotros tenemos el derecho de estar molestos con esa persona porque se equivocó en grande y esa equivocación nos ofendió. Mantener y alimentar el resentimiento, es una manera de sentirnos superiores y en control de la situación. Las creencias que rondan el resentimiento pueden variar, como el pensar que si lo hacemos este sentimientos desaparecer, la otra persona entienda mal el mensaje y repita lo que hizo, o no le queda lo suficientemente claro el dolor que provocó, o se termine el respeto, etc.