Prosperidad. Dyer.
Haz un inventario interior y comprueba si las siguientes afirmaciones forman parte de tu conciencia:
– No hay bastante para todos.
– Has de conseguir lo tuyo para que otro no se haga con ello antes de que te llegue a ti.
– Sólo hay una cantidad limitada de peces en el mar.
– Nunca sabes si vas a tener una oportunidad.
Si estas y otras ideas parecidas forman parte de tu inventario personal, probablemente es que te enseñaron que vives en un mundo de escaseces. Te han enseñado a creer en la carencia. El concepto de la carencia ha sido incorporado a tu sistema de creencias.
A fin de crearte una visión interior de prosperidad deberás librarte de esta vieja visión de penuria. Las siguientes cinco normas esenciales para llegar a una conciencia de prosperidad pueden ayudarte a lograr el cambio.
1. No necesitas más para poder conocer la prosperidad
Librarse de una conciencia de penuria significa cambiar las imágenes interiores que reflejan carencia en tu vida. Tienes ya todo cuanto necesitas a fin de conocer una vida de prosperidad. No se trata de que vayas a tenerlo todo, lo eres ya todo. La prosperidad es, primero y sobre todo, un juego mental. La componen una serie de creencias invisibles e interiores que llevas contigo. Debes de saber que tienes ya cuanto necesitas; no te falta nada para lograr prosperidad en tu vida. Siempre me ha encantado la siguiente historia, que ilustra a la perfección este principio:
Un hombre desastrado, que no parecía poseer nada en un sentido material, se acercó a un capataz caminero y dijo:
– ¿Puede ayudarme? Necesito trabajo.
– Muy bien, coja esa piedra grande de ahí y hágala rodar por la cuesta arriba y abajo. Si lo que necesita es trabajo, eso bastará a sus necesidades.
– No me entiende, lo que necesito en realidad es dinero.
– Ah, si se trata de dinero, aquí tiene cincuenta dólares. Pero no puede gastarlos.
– No me entiende, lo que necesito en realidad es comida y combustible y ropa, no sólo dinero.
– Si está seguro de que eso es todo lo que necesita, puede gastar el dinero en comida y combustible y ropa, pero no podrá comer la comida ni utilizar el combustible ni usar la ropa…
El hombre se vio por último obligado a ver qué era realmente lo que necesitaba: una sensación de seguridad, paz y satisfacción interior. Todo ello totalmente invisible, todo dentro de su pensamiento. Todo sustento divino.
Nos vemos llevados a creer que las cosas materiales constituyen en la realidad y nos proporcionan lo que necesitamos cuando, de hecho, son simplemente más materia, hecha de más espacio invisible. Lo que necesitas lo tienes ya, y cuando sabes esto y entras en tu interior y lo creas en tu mente, el sustento divino que buscas en forma de cosas materiales o de dinero se manifestará en cualesquiera cantidades que necesites.
Debes crear en ti este nuevo sentimiento interior y confiar en la magia del creer. Tus creencias son tuyas, tienen su origen en ti y son lo que utilizas (y lo único que puedes utilizar) a fin de crear las circunstancias de tu realidad física.
Confía en el poder de tu mente, en el conocimiento del que vengo hablando desde la primera página de este libro, en esa guía divina que está fácilmente a tu disposición, y habrás alcanzado el primer paso hacia la manifestación del milagro de la prosperidad en tu vida.
2. No podrás crear prosperidad si crees en la escasez
Cuando hayas dominado la capacidad de convertirte en un ser espiritual, según se describe en la primera página de este libro, empezarás a comprender que tu personalidad está situada en ese reino invisible y sin dimensión que llamamos nuestro pensamiento. No tienes ni LÍMITES NI FRONTERAS. Comprendiendo esto sabrás que no te falta absolutamente nada, que cuanto necesitas para vivir en está ya aquí y estaba dentro de ti cuando apareciste por primera vez en este mundo físico.
Cuando te dices a ti mismo “No tengo suficiente dinero” o “Carezco de la educación, el talento o la fuerza suficientes para conocer la prosperidad” estás operando en tu mundo mental a partir de una posición de carencia. Es por ello que no puedes entrar en el mundo de la realidad mágica.
A fin de superar este modo de pensar tendrás que reeducarte o, mejor aún, deshipnotizarte de la mentira que han introducido subrepticiamente en tu mente todas y cada una de las tendencias de nuestra cultura occidental. Tienes ya todo cuanto necesitas. Eres ya completo ahora, eres una persona entera y total y no un aprendiz camino de otro lugar. Debes comprender que eres ya completo y experimentar este hecho en tus pensamientos como tu propia realidad personal.
Cuando llegue el momento de abandonar este mundo físico, no podrás decir: “Espera un momento, no estoy preparado, estoy preparándome, necesito que se me eduque un poco más, estoy acumulando fuerzas, necesito recoger más dinero”. Abandonarás tu cuerpo y éste seguirá pesando lo mismo. Tu vida no es ese cuerpo, no está encerrada en esas fronteras y esas limitaciones. Es invisible e ingrávida. Y lo tiene absolutamente todo.
Cualquier cosa material que hayas creado en relación con tu cuerpo físico es consecuencia de esa mente completa e invisible que posees. Lo irónico del caso es que cuando sabes que eres ya un ser completo empiezas a motivarte de manera totalmente distinta.
Te has acostumbrado a lo que se llama “motivación por deficiencia”. Es decir, evalúas todas las cosas que faltan o de las que hay una deficiencia en tu vida y, a continuación, preparas un plan destinado a reparar todas estas deficiencias. “Necesito más poder, más fuerza, más dinero, más belleza, más posesiones” y así sucesivamente. “Cuando tenga todas esas cosas, tendré prosperidad.”
Fijas así tus metas y pones manos a la obra para alcanzar la prosperidad. Pero esto es una enorme trampa. Nunca podrás conocer la prosperidad a partir de este esquema mental, porque siempre padecerás la enfermedad del “más”.
Cuando hayas conseguido el dinero que crees necesitar para ser próspero tu esquema mental no quedará satisfecho. Tu esquema mental está centrado en el más, en luchar y no en llegar. Subes así cada vez más el listón y sigues luchando y sufriendo e incluso negándote a ti mismo en la búsqueda de más. Es éste un tema común en nuestra cultura. La prosperidad es imposible con una motivación por deficiencia en la que se piensa así: “No tengo suficiente” o “Me falta algo”. El tema central de este libro es: “Según pienses, así serás”. Si tu pensamiento está centrado en lo que te falta, entonces el “lo que me falta”, por definición, tendrá que expandirse, Ésta será tu experiencia en este mundo material. Lo que te falta constituirá tu distintivo y tu experiencia de la realidad física.
Hay otra forma de motivación, llamada “motivación de crecimiento”, que es el distintivo del individuo que conoce la realidad mágica en el área de la prosperidad. Lo que ocurre con la motivación de crecimiento es que damos la vuelta al pensamiento interior y optamos por vivir dentro de un marco de plenitud. El diálogo interior que se desarrollo es algo así: “Estoy entero, completo, total y plenamente vivo en este momento. ¡Esto es! Lo soy todo, no necesito más para ser feliz o para estar realizado. Y, sin embargo, sé que seré diferente mañana. Mi realidad física está siempre cambiando. Las moléculas que formaban mi yo material ayer serán sustituidas por nuevas moléculas. El cuerpo físico que yo tenía hace diez años es hoy completamente nuevo desde un punto de vista físico. Pero también soy algo más que una simple serie física de moléculas. Soy una necesidad divina que va más allá de lo físico. Voy a crecer. Voy a ser algo nuevo y grandioso, peor no más grandioso de lo que soy ahora. Del mismo modo que el cielo va a ser otro dentro de unas horas sin que sus actuales perfección y plenitud sean por ello deficientes, soy yo ahora perfecto y no me falta nada, aunque vaya a ser otro mañana. Voy a crecer, pero ello no quiere decir que me falte nada hoy.”
Pensando de esta forma, son imposibles las carencias. Empiezas a tener como motivaciones en la vida tu propia dicha, tus sueños, empiezas a vivir la vida que imaginas es tu vocación, la misión especial y divina por la que estás aquí y la prosperidad se convierte en tu santo y seña. La abundancia entra a raudales en tu vida. El universo empieza a proveer exactamente de aquello que necesitas y no lo hace para llenar el vacío de algo; llega a tu vida en la cantidad precisa necesaria para ayudarte a realizar tus sueños. Cuando no sientes ya que te falte nada, puedes vivir la vida que sabes perfecta para ti y empiezan a llegar cada vez más a tu vida los símbolos de la prosperidad (dinero, objetos, poder, etc.). He aquí un resumen simplificado de esta idea: más es menos y menos es más.
3. No estás dividido en categorías: eres a la vez el que ve, el acto de ver y lo visto
Para conocer la auténtica prosperidad debes aprender a dejar de dividirte y separarte de tu prosperidad. No estás dividido en tres en este mundo. No hay el observador, el observado y el acto de observar. Lo que observas está dentro de ti. Tus observaciones están dentro de ti, al igual que el proceso entero de la observación. Todo ello eres tú. Los pensamientos de prosperidad son tuyos, son tú. Así, también lo es lo que ves como prosperidad dentro de ti. Y, por último, también el concepto de ser prospero está en su totalidad ubicado dentro de ti. Esto puede parecer confuso, pero es esencial para que captes la unidad que hay en ti si deseas conocer la prosperidad y convertirte tú en prosperidad. Ken Wilbur, en su fascinante libro No Boundary, lo describe así; deja que penetren en ti estas idea al tiempo que te prepara para lo milagros en esta dimensión de la prosperidad:
La división entre el que experimente y el mundo de la experiencia no existe y, por consiguiente, no se la puede hallar. Esto puede parecer en un principio muy extraño, porque estamos acostumbrados a pensar en términos de fronteras. Parece evidente que yo soy el sujeto que oye sonidos, que soy el sujeto que siente cosas, que soy el sujeto que ve cosas. Pero por otro lado, ¿no resulta extraño que me describa a mí mismo como el observador que observa lo observado? ¿O como o oidor que escucha los sonidos oídos? ¿Es realmente tan complicada la percepción?¿Hay realmente involucradas en ella tres entidades separadas: el observador, el acto de observar y lo observado? Por supuesto, no hay aquí tres entidades separadas. ¿Es posible un sujeto que ve sin el ver o sin la cosa vista?… El problema consiste en que tenemos tres palabras –el que ve, ve y lo visto- para una sola actividad, la experiencia de ver.
Debes aprender a ir más allá de tu estado de hipnosis, que te ha convencido de que estás aquí en primer lugar tú el pensador, luego tú el hacedor y, por último, el cocepto de aquello que estás pensando o haciendo. En realidad, todo ello es una sola y misma cosa.
Así es con la prosperidad para aquellos que la viven cotidianamente. Todo aquello que antes dividías en tanto que pensamiento prósper0, conducta próspera y algo llamado prosperidad y que se halla “allá fuera” debe ser considerado como una sola cosa. ¡Y esto puedes ser tú si decides serlo! Cuando comprendas esto dejarás de buscar la prosperidad como si ésta fuera algo que puedes arrancar de su escondite. Dejarás de decirte a ti mismo: “Lo único que debo hacer es pensar de manera próspera, y la prosperidad vendrá a mí”. Dejarás de fijarte metas para tu conducta que te lleven hasta esa cosa evasiva llamada prosperidad.
Este trío lo sustituyes por una singularidad de pensamiento y acción que refleja tu comprensión de que tú eres prosperidad y que crees en ello. Lo que necesitas para una vida prósperas lo eres ya. Está todo en ti, no hay fronteras aún cuando hayamos inventado palabras distintas para describir diversas facetas del modo en que hemos decidido percibirlo. Wilbur resume lo absurdo de este pensamiento compartimentalizado con este ejemplo: “Podríamos del mismo modo describir una simple corriente de agua como –la corriente de agua, que hace correr el agua que corre-. Es algo totalmente redundante e introduce tres factores ahí donde en realidad hay sólo uno”
Toma ahora este conocimiento e implántalo en tu conciencia. No vas a hallar la prosperidad. Ésta entrará como un fluido en tu vida sólo cuando captes la idea de su singularidad. Cuando sepas, tus acciones lo reflejarán. Lo mismo exactamente puede decirse de la escasez. Si piensas en términos de escasez y actúas en función de ella, tu vida será escasez. Eres aquello en que piensas, puesto que sólo a partir de ahí puedes actuar.
Si la escasez es una palabra que define tu vida en estos momentos, comprende que no es algo que te haya sido enviado, sino simplemente el modo en que tú procesas tu vida. Te has dividido en tanto que pensador y hacedor, víctima de algo externo a ti llamado escasez. Pero, en realidad, esa escasez eres tú. La elección de la prosperidad empieza por tu negativa a seguir dividiéndote y ver en cambio la unidad que hay en ti.
4. No podrás conocer la prosperidad si crees que no la mereces
Como he dicho ya repetidas veces, tú existen en tanto que ser divino y espiritual con experiencia humana. Tu esencia, tu vida en sí, es invisible e ilimitada. En este reino no hay juicios que hacer. No hay nadie en ese universo, no lo ha habido jamás, que sea mejor o más digno de algo. Aquellos que nacieron con sangre real son tratados como miembros de la realeza porque unos seres humanos decidieron elevarlos a esa categoría. Pero en un sentido mucho más amplio, a lo ojos de Dios, no hay “mejor” ni “peor”. Ésta es la forma de pensamiento que debes aprender a utilizar si quieres que la prosperidad sustituya a la escasez como tu modo de vida.
Si crees que no eres merecedor de prosperidad, ésta es la idea en torno a la cual conducirás tu vida. No se atrae la prosperidad pensando que no se la merece, del mismo modo que no se atrae amor cuando se lo considera como algo desdeñable. Elimina la idea de que eres inferior. No eres ni inferior ni superior, simplemente eres. ¡Y lo que eres merece la prosperidad! ¿Cómo puede un pensamiento invisible ser más o menos valioso que otro pensamiento invisible? Cuando te consideras un ser espiritual y creas un esquema mental de realidad mágica dentro de ti en tanto que ser pensante primero y sobre todo, renuncias a la incesante comparación que te lleva a creer que otros merecen la prosperidad más que tú. Formas una sociedad con el resto de los seres humanos y no un concurso en el que se te deba juzgar mejor que unos y peor que otros.
Una vez más, debes deshacer el estado de hipnosis que te ha llevad a este tipo de actitud. Ese estado empezó con tu enseñanza y prosigue en la actualidad. He aquí lo que John Holt en How Children Fail dice sobre el tema:
Destruimos el amor al aprendizaje de los niños, tan fuerte cuando son pequeños, animándolos y obligándolos a trabajar por recompensas mezquinas y despreciables: estrellas doradas, papeles con un 100 y pagados a la pared, un 10 en las tareas, cuadros de honor, listas… es decir, por la innoble satisfacción de sentirse mejores que ningún otro.
Esto es lo que ocurre cuando se lleva a la gente a creer que son mejores que otros. Probablemente tú te hayas tragado esa gran mentira en algunas áreas de tu vida. ¿Cómo podías merecer considerarte una necesidad divina y especial cuando no estabas a la altura del rendimiento o del aspecto de otros? Aprendiste a compararte con los demás e incluso a creer que esto forma parte de la naturaleza humana. Es esto precisamente lo que no te ha permitido desarrollar un concepto de ti mismo basado en el hecho de que eres valioso, merecedor y divino. He aquí lo que dice al respecto de la naturaleza humana John Stuart Mill en Principios de economía política:
De todos los modelos vulgares destinados a eludir la consideración del efecto de la influencia social y moral sobre la mente humana, el más vulgar es el que consiste en atribuir las diversidades de conducta y carácter a diferencias naturales inherentes.
Es éste en efecto un modelo vulgar que enseña a la gente a convertirse en adulta que considera como algo natural el compararse con los demás y que, por lo tanto, es algo natural el aprender a jugar sucio a fin de adelantar a los demás. Y si en algún sentido físico o material no se está a la altura de los demás ello indica que no se es merecedor. Es un sistema vulgar y obsceno que contribuye a la creación de grandes números de personas que no conocen otro modo de evaluar su propia valía que el de compararse con los demás y que, al mismo tiempo, crea también muchas personas a las que simplemente les da por pensar que no merecen la prosperidad en ningún sentido de la palabra.
En una cultura competitiva se medra destruyendo a otros. Una cultura cooperativa evoluciona ayudando a cada persona a apreciar su propia valía y a sentirse merecedora y espiritualmente válida. A ti te corresponde elegir. Aún cuando todo cuantos te rodean elijan competir entre sí, no por ello tienes que vivir tú con ese modelo. Verás que mereces la prosperidad tanto como cualquier otro habitante de nuestro planeta. Cuando te hayas creado ese esquema mental, no actuarás ya como si no lo merecieras.
5. Alégrate de la prosperidad de los demás
Cuando sientes desdén, o incluso un atisbo de celos, hacia lo éxitos o los estilos de vida de los demás, estás albergando negatividad allí donde debería haber amor. Si albergas sólo amor dentro de ti porque así es como has decidido ver la vida, no darás otra cosa que amor. Puedes así ponerte a prueba comprobando tus sentimientos en relación con las personas que han alcanzado una medida de prosperidad que a ti sigue rehuyéndote. No podrás atraer prosperidad hacia tu vida si estás lleno de rencor, si juzgas, si sientes ira, celos, odio, temor, tensión, etc. Esta forma de esquema mental interior negativo te impedirá ser fiel a tu propósito. No puedes estar realizado y tener envidia al mismo tiempo. Si te sientes satisfecho y feliz, eso es lo que irradiarás. Fomenta la creencia interior de que cualquiera que haya alcanzado la prosperidad tiene derecho a ella y de que su éxito no es motivo para que tú te sientas inadecuado o falto de algo. Aún cuando alguien alcance la prosperidad a través de medios que a ti te parezcan reprochables, ello no es motivo para que te sientas angustiado o indignado. Sepas en el fondo de ti que aquellos que utilizan a los demás tendrán lo que merecen en un universo que actúa de manera armónica y de acuerdo con un propósito. Pero, en general, aquellos que han alcanzado su propia mediada de prosperidad merecen sólo tu amor.
Intenta dejar de centrarte en lo que los otros tienen o no tienen para ocuparte de lo que tú vas a hacer en tu vida. Recuerda que, cuando evalúas y juzgas a los demás, no lo defines a ellos sino que te defines a ti mismo. ¿Quieres definirte como una persona celosa e incapaz de dar amor cuando esto es lo que va a transpirar en tu vida? Alégrate de la gran prosperidad que presencies en todos los demás. Libérate de la idea de que no debería ser así. ¡Es así! No necesitas saber nada más. Y también tú eres así, represente esto lo que represente en tu vida. Acepta tranquilamente lo que e, dale tu amor y dedícate a continuación a la tarea de crear una vida plena y próspera, una vida de amor, para ti.
Los cinco factores son totalmente esenciales para llegar a una conciencia de prosperidad. Una vez trabajes día tras día en el desarrollo de este modo de ser, tu yo superior empezará a permitirte experimentar cada vez más prosperidad en tu vida. Esta nueva conciencia te devolverá a esa importantísima dimensión que constituye un tema central de este libro: vivir tu vida con un propósito.
PROPÓSITO Y PROSPERIDAD: TU BILLETE A LA REALIDAD MÁGICA
Como habrás visto a lo largo de todo este libro, sólo se puede experimentar la realidad mágica cuando se da un propósito a la vida. Cuando se está centrado en aprender a través del sufrimiento o de los resultados, se utiliza la visión retrospectiva como guía y, en consecuencia, se paga un elevado precio en la vida cotidiana.
Es posible que, en el aspecto laboral, hayas venido gastando mucho tiempo y energía en hacer cosas que te desagradan diciéndote a ti mismo que ello era absolutamente necesario porque tenías facturas que pagar o una familia que mantener o, simplemente, no tenías otra elección. Piénsalo de otro modo, utilizando las cifras como metáfora. Si eres invisible al noventa y nueve por ciento (pensamiento y espíritu) y sólo forma al uno por ciento (el cuerpo físico) y estás haciendo algo que detestas, serás esencialmente una persona no auténtica. TU cuerpo sigue adelante rutinariamente mientras tú no dejas de pensar en lo mucho que te desagradan las circunstancias en que está inmersa tu vida. Un uno por ciento sigue la rutina mientras el noventa y nuevo por ciento detesta tus actividades cotidianas. De modo que, si lo que piensas es lo que se convierte en acción, la acción o la parte física de tu vida es detestable y espantosa. No se puede conocer la satisfacción ni la oportunidad de vivir milagros de prosperidad mientras se lleva una vida que se detesta. Es preciso que haya dicha y armonía interiores para que se puedan experimentar milagros. Debes, pues, pasar del sufrimiento y los resultados al propósito.
Tener un propósito en el trabajo que se hace o en las actividades cotidianas de la vida significa saber que el propósito es dar sin ocuparse de los resultados. Cuando seas capaz de hacer que tu conciencia interior pase al modo en que puedes servir a los demás y cuando hagas de esto el centro de tu vida estarás en una posición adecuada para vivir auténticos milagros en tu progreso hacia la prosperidad. No habrá límite alguno en cuanto a lo que puedas recibir a cambio de tu generosidad, cuando esta generosidad sea todo cuanto tienes para dar.
Podemos considerar la prosperidad como una abundancia ilimitada en la vida. Nunca llegarás a ese punto acumulando ni concentrándote en lo que puedes sacar. Recuerda que, en un sentido mucho más amplio, no puedes poseer nada mientras estás aquí, ni puedes tampoco adquirir nada: sólo puedes dar de ti. Es ésta el área en la que debes aprender a trabajar para poder experimentar una abundancia y una prosperidad ilimitadas en la vida.
En cuanto te des cuenta de que el dar constituye la clave para tu propia abundancia, verás también que puedes alcanzar fácilmente la prosperidad. No es tan difícil darse. ¿O sí? Algunos no percibirán la ironía que hay aquí. Desean una vida de prosperidad pero se concentran exclusivamente en lo que pueden sacar de ella. Así, trabajan, luchan y se fijan metas, pero nunca parecen llegar a donde quieren llegar ni tienen suficiente. Y sin embargo, si estudiamos a las personas que han alcanzado un gran éxito en todos los campos imaginables, veremos que no se centran en realidad en los resultados que personalmente van a obtener. He aquí un ejemplo perfecto que nos da el artículo de Srikumar S. Rao aparecido en junio de 1991 en la revista Succes y titulado “El secreto del superganador”:
Un día, Mehdi Fakharzadeh, agente principal de la compañía de seguros Metropolitan Life, fue a ver a un asegurado que sufría de una dolencia cardíaca y quería pedir una indemnización. No había perspectivas de poder seguir cobrándole las pólizas. La mayoría de agentes (con sus intereses como objetivo) se habrían limitado a entregarle un formulario y marcharse. O así Mehdi, quien se había entregado a la misión de ayudar a la gente. Mehdi le rellenó el formulario. Cuando se enteró de que el hombre tenía también pólizas con otras compañías aseguradoras, consiguió de éstas los formularios, los rellenó y se aseguró de que las indemnizaciones llegaran a su destino. El hombre se empeñaba en pagar a Mehdi, lo cual éste rehusó cortésmente, pero unos días más tarde Mehdi recibió por correo una lista de veintidós amigos y parientes de ese hombre, con nombres, fecha de nacimiento y número de hijos y una presentación personal a cada uno de ellos. Mehdi vendió millones de dólares en pólizas de seguros.
Cuando te recuerdes constantemente a ti mismo el supremo propósito espiritual y social que te empuja en el trabajo observarás cómo cambia todo tu estado de prosperidad. Ocupará un lugar principal en tu mente el modo en que puedes servir a las necesidades de quienes te rodean centrándote siempres en sus necesidades y lo que les corresponde. Tener un propósito significa, de manera general, estar en paz contigo mismo, y esta paz es lo que puedes dar. Mi experiencia como escritor y mis charlas por todo el mundo, así como mis contactos personales con millares de personas, me han llevado a creer que éste es el secreto que comparten aquellos que experimentan milagros de prosperidad en sus vidas. Es cierto que lo que gira vuelve a ti. Cuanto más des y más lo hagas todo por servir a los demás, más será lo que revierta a ti. Y cuando vuelva a ti, puesto que no estarás interesado en acumular ni poseer, te sentirás aún más inclinado a darlo con lo que afianzará el ciclo de la realidad mágica.
Esta lección en cuanto a la prosperidad es aplicable a todos los campos de los negocios. Una compañía de aviación, por ejemplo, cuyo objetivo es servir a sus pasajeros, prosperará al máximo cuando el tejido entero de la organización se base en el servicio a los demás. Cuando en algún nivel del negocio se descuida este sentido del servicio, la organización entera se resiente. Un día, al subir a un avión antes de la hora, oí la voz de un asistente de vuelo que decía con sarcasmo “Aquí llegan las bestias” Supe que aquella organización estaba condenada a perecer tarde o temprano por falta de pasajeros. Por supuesto, la compañía ha quebrado. Los empleados deben saber en el alma que tienen el privilegio de servir a aquellos que están dispuestos a dar una parte de sus ingresos por utilizar el servicio. Depende de los clientes el que ellos conserven sus puestos de trabajo, por lo que deben valorarlos, mimarlos y apreciarlos. Debe hacerse un hincapié total en el servicio, olvidando la conveniencia o inconveniencia para los empleados. Esto es aplicable a tu trabajo, sea cual sea. Si trabajas en la consulta de un dentista, tu objetivo será servir y ayudar a los demás a mejorar su calidad de vida. Si el objetivo es sólo ganar dinero y hacer que los pacientes entren y salgan lo antes posible, la consulta entera conocerá la escasez y no la prosperidad.
Pero yo no escribo este libro para una organización, sino para ti, querido lector. Puedes efectuar los cambios que quieras en tu conciencia, pero también el énfasis deberá cambiar y pasar de los resultados en tu vida al propósito. Pruébalo. Cambia durante un período de un mes y ve si no empiezan a producirse milagros en tu vida.
Para tener un propósito en las actividades de la vida sólo hay que dar la vuelta a las propias creencias interiores. No es en realidad preciso cambiar de posición ni desplazarse a otro lugar, porque es en el dar donde se experimenta esta realidad mágica. Laspalabras que en este sentido dice Dios a Arjuna, el poderoso guerrero, en el Bhagavad Gita, son muy simples: “Esfuérzate constantemente por contribuir al bienestar del mundo; mediante la devoción a una labor sin egoísmo se alcanza la meta suprema de la vida. Haz tu labor siempre con el bienestar de los demás en el pensamiento”. Observa que hace hincapié en lo que se tiene “el pensamiento”. Y éstas son las palabras finales de Dios a Arjuna: “El ignorante trabaja para su propio bienestar, Arjuna; el sabio trabaja para el bienestar del mundo, sin pensar en sí mismo”.
Quizás esta idea te parezca demasiado elevada para ti, pero yo te aseguro que puedes alcanzar en este mismo momento los beneficios de este modo de pensar. No necesitas memorizar una serie de principios elevados, sino simplemente ponerte en contacto con tu yo superior, que siempre te acompaña y permitir que esa parte natural de ti mismo tome el control. Resulta un modo muy fácil y fascinante de vivir, un modo de vivir que no deriva de un mayor esfuerzo sino del hecho de relajarse y eliminar las presiones procedentes de ti mismo.
Cuanto menos necesitas imponerte este nuevo modo de ser, más fácil te será disponer de él como principio guiador de tu vida. Un rápido vistazo a las características del ser espiritual frente al ser no espiritual te mostrará que se trata de un ejercicio mental más que de un ejercicio físico. Lo que debes hacer es permitir que tu yo natural fluya apaciblemente y saber que la satisfacción viene de dar y no de recibir. He aquí un concepto, el de permitirte fluir, con el que deberás familiarizarte totalmente a medida que permitas entrar en tu vida la prosperidad que deseas.
COMO LLEGAR A FLUIR
Mihaly Csikszentmihalyi, en su libro Flow, estudiaba a los grandes ganadores –entre ellos ejecutivos, plusmarquistas y artistas- que ha alcanzado una vida de prosperidad. Describe el principio del “fluir” como una inmersión máxima en nosotros mismos, en la que experimentamos un total gozo en el momento del trabajo. Dice que, una vez hayamos gustado este gozo, redoblaremos nuestros esfuerzos para alcanzarlo.
En la primera parte de este libro hablo de cómo todo parece funcionar a la perfección en nuestras vidas cuando estamos inspirados. El fluir entra dentro de este tipo de inspiración, una inspiración tan poderosa que todos los obstáculos parecen desaparecer y quedamos enamorados de lo que hacemos en tal medida que el trabajo parece fluir sin el menor esfuerzo por nuestra parte. Se puede experimentar esta vivencia del fluir en casi todo.
Yo experimento esta perfección sin esfuerzo cuando estoy tan involucrado en mi charla en el estrado que el tiempo parece quedarse inmóvil y las horas transcurren como si fueran minutos. También, cuando estoy totalmente inspirado e involucrado en mi escritura, parece salir humo de la máquina de escribir mientras lleno una página tras otra sin el menor esfuerzo. A veces, me siento como si yo (el yo invisible) estuviera en realidad observando cómo escribe otro, con tanta perfección fluye el trabajo. Probablemente hayas conocido esta sensación durante una experiencia sexual, como un éxtasis divino en el que el tiempo se paró literalmente y conociste el gozo completo. Puedes también fluir en tu trabajo y en tus actividades cotidianas sin esperar la aparición de esos momentos mágicos como si estuvieran dirigidos por alguien que no fueras tú.
Llegar a fluir en la vida significa alcanzar un estado de concentración tan total que parece que todo lo demás deje de existir. La gente que conoce la prosperidad en su vida sabe cómo alcanzar este estado esplendoroso en el que sus actividades, en lugar de constituir una serie tediosa de trabajos que realizar, se convierte en una especie de meditación en la que sin embargo están activos e involucrados en lugar de estar sentados tranquilamente. El fluir tiene mucho que ver con el propósito en las actividades. Cuando eres capaz de suprimir tu cuerpo físico así como tu ego y permitir que tu yo invisible se funda totalmente con lo que estás haciendo, tu yo superior dirige y produce mientras que el cuerpo sigue simplemente una rutina sin ningún juicio por tu parte. Cuando te hallas en ese estado, experimentas en el cuerpo una especie de dicha etérea que te dice: “Es por esto que estás aquí, ésta es tu misión en este instante. Estás cumpliendo tu gran misión y nada puede entorpecerte”. Llegas a un estado en el que rindes a niveles muy por encima de los que pudieras haber conocido con anterioridad. Observas literalmente cómo tu cuerpo hace cosas increíbles, experimentas un gozo y una dicha enormes y nada puede ponerse en tu camino. Tienes un propósito y vives una experiencia cumbre que otros sólo pueden soñar.
Hay un modo de llegar a ese estado de fluir. Csikszentmihalyi describe ese proceso de manera prolija mientras que el profesor Rao, de la universidad de Long Island, resumía el proceso en el artículo de la revista Succes que ya he citado. Los puntos de su resumen reflejan lo que yo he dicho en este libro. No se trata tan sólo de secretos para llegar a ser un gran ganardor en el terreno laboral, sino también de secretos para producir auténticos milagros en la vida. Describo a continuación los cinco puntos que constituyen el camino hasta ese estado del “fluir”.
1. Ten una meta espiritual suprema que dé sentido a tu trabajo
Esto significa olvidarte de ti mismo y hacer que toda tu energía pase al mejor modo de servir a los demás. Haz de tu trabajo una experiencia de meditación y, en lugar de verte a ti mismo realizando una tarea determinada, conviértete de hecho en la tarea en tu mente. Pasas de ser un ser humano que hace a un ser humano que es. Te conviertes literalmente en la pelota de un partido de tenis. Te conviertes en el informe en el que estás trabajando, te conviertes en el libreo que estás escribiendo y en la cena que estás preparando. No hay separación alguna, tú y la tarea son una misma cosa y ello en nombre del objetivo espiritual supremo de dar de ti mismo con un propósito.
2. Concéntrate y cierra tu mente a toda forma de distracción
La mente es tan poderosa que no necesita ser distraída constantemente por actividades foráneas. Puedes entrenar tu mente para que se concentre, razón por la que te he alentado a que aprendas a meditar. Da a tu mente la misma preparación mental que das a tu cuerpo cuando deseas que éste tenga una forma física al máximo. No tienes por qué ser esclavo de tus sentidos. Puedes crear una atmósfera en la que la mente esté despejada y libre de distracciones, sin tolerar interrupciones.
Yo estoy escribiendo en este preciso instante en Maui, en presencia de mi esposa y siete hijos e hijas con el constante fluir de compañeros y compañeras de juegos. He escogido, sin embargo, crear un entorno para mí dentro de este hermoso caos que también es para mí un gozo. He alquilado un pequeño apartamento para el verano. La única llave la tengo yo y el teléfono está desconectado. Me despierto a las cinco de la mañana y, después de meditar, me hundo en la escritura y en la investigación. No son posibles las interrupciones, nadie sabe dónde interrumpirme más que mi esposa (quien utiliza también este espacio por las tardes para concentrarse en sus proyectos literarios). Puedo concentrar totalmente mi mente y, a continuación mi producción material fluye sola. Tú puedes crear este tipo de atmósfera para ti. Puedes entrenarte a eliminar la interminable cháchara mental que ocupa tu conciencia. Puedes alcanzar ese lugar superior dentro de ti y dejar fuera toda otra distracción. Cuando lo hagas empezarás a saber lo que es esa sensación de fluir y empezarás también a ver aparecer realidad mágica en tus actividades. Esto puede hacerse en el trabajo, en el hogar o en cualquier lugar tranquilo. Concentrarte es tu modo interior de conocer. Puedes hacerle caso omiso o acudir allí a menudo.
3. Entrégate al proceso
Debes resistir el impulso de luchar por lo que deseas. En el sistema descrito en Flow el mundo trabaja contigo, por lo que debes participar realmente en el proceso y abandonar el instinto aprendido que te empuja al esfuerzo y a la lucha. Entrégate a tu poder superior, esa fuerza invisible que siempre te acompaña y que está más allá de tus cinco sentidos. Debes abandonar y entregarte realmente al proceso. Olvida el resultado, la recompensa, el dinero, el trofeo y los homenajes y consagra totalmente tu mente y tu cuerpo físico a la experiencia que tienes en mano. No es tan difícil conseguirlo. He aquí lo que Robert Coram decía en Political Inquiries en 1791:
En cada examen trimestral se otorgaba una medalla de oro al que mejor escribía. Cuando se ofrecía la primera medalla, ello provocaba más bien una contención general que una emulación y difundía un espíritu de envidia, celos y disonancia por toda la escuela; muchachos que antes eran amigos del alma pasaban a ser fieros rivales enfrentados y, cuando se adjudicaba el premio, se convertían en enemigos irreconciliables. Aquellos que estaban avanzados en los estudios censuraban los resultados inferiores de sus compañeros; cada uno menospreciaba las capacidades de su contrario con respecto a las propias y utilizaba cualquier maña para denigrar los resultados del otro.
Así pues, si decides quedarte con los resultados en lugar de con el proceso crearás en tu vida envidia, celos y disonancia. Si te prestas al cambio podrás crear un flujo que lleve a la prosperidad y a saber que existe el milagro personal en tu actividad. ¿Cómo entregarse? ¡Abandona! No te esfuerces por alcanzar un objetivo y, en lugar de ello disfruta del proceso del trabajo que estás realizando; los resultados vendrán independientemente del esfuerzo que les dediques. Cuando nuestra mente está concentrada en el resultado más que en lo que se está haciendo se crea una disonancia interior que bloquea cualquier posibilidad para la aparición de milagros. La prosperidad tiene que ver con el proceso y no con los resultados. El proceso tiene que ver con el propósito y el propósito es de amar y dar.
4. Experimente el éxtasis
Éste es el resultado que automáticamente fluirá hacia ti si sigues las pautas indicadas. Conocerás una especie de bienaventuranza y dicha interiores inconfundibles, que se acercarán sigilosamente hasta ti y se apoderarán de ti, por así decirlo; más, sin embargo conocerás esa gloriosa y emotiva experiencia cumbre si te entregas al flujo en la vida.
Se trata exactamente de la misma sensación que he descrito en la sección dedicada a la meditación. La razón por la que la sensación es la misma es que estás en realidad abriéndote camino mediante la meditación a través del trabajo y la recompensa automática, que viene sin esfuerzo, es esa sensación mágica parecida a una ducha cálida que discurriera por tu interior. Ella te elevará y te pondrá en contacto con el conocimiento interior de que te hallas por fin en el camino adecuado. El éxtasis es un milagro en sí.
5. Observa y ve cómo alcanzas un rendimiento máximo sin esfuerzo
Tu estado de éxtasis te abrirá nuevas perspectivas de creatividad y energía. Este estado natural de dicha es la clave para mejorar tu rendimiento. Es el estado que los grandes ganadores deben crear en sí mismos. Lo irónico es que esta mayor productividad sea el resultado de haber alcanzado el estado de éxtasis. Los procesos de entrega, concentración y vida con propósito llevan al éxtasis. Cuando sientas esta dicho interior querrás más y más. Cuanta más puedas crear para ti mayor será tu rendimiento.
Esto es lo que me ocurre a mí. Cuando siento ese fulgor interior que procede del hecho de tener un propósito y no estar pendiente de los resultados, quiero escribir y escribir el día entero. O bien deseo permanecer en el estrado y dar sin cesar y, cuando una charla ha terminado, me quedaría con la gente durante horas y horas. Cuando ya hace rato que los demás oradores están en sus hoteles acostados, yo estoy todavía hablando con aquellos a seguir allí inmersos en el proceso. Cuanto mayor es el éxtasis que logro a través de este método del fluir mayor y mejor es mi rendimiento y la paradoja es que no tengo la menor intención de rendir o de producir resultados.
He utilizado la siguiente cita de Thoreau en cada uno de mis últimos tres libros. Me parece muy adecuado concluir esta sección también con ella. Nunca me canso de oírla y confío en que también tú desees recordar la sabiduría mágica y real que encierran estas palabras:
Si avanzamos confiados en la dirección que marcan nuestros sueños y nos empeñamos en vivir la vida que hemos imaginado, nos encontraremos con un éxito inesperado en cualquier momento.
Esto ocurre en ese lugar invisible. Las palabras que destacan en esta cita son “sueños” e “imaginado”, cosas ambas que están en el pensamiento. Tus pensamientos crean en su totalidad este éxtasis y, en última instancia, todos los milagros que van a llegar a tu vida en forma de una mayor prosperidad. Tu mente tiene un gran poder en cuanto a lo que es capaz de producir en tu realidad física y también en la realidad física más allá de tus fronteras.