La importancia personal y la consideración interna.

Son dos de las formas más comunes de pérdida de energía, que podría ser usada para el desarrollo espiritual. Dedicamos una gran cantidad de tiempo y energía mental y emocional en mantener la importancia personal y cuidar la opinión que los demás tienen de nosotros.

Desde pequeños deseamos ser valiosos e importantes para nuestros padres. Sin embargo con frecuencia no podemos cumplir sus expectativas. Esto propicia que nos sintamos inadecuados. Tememos no ser valiosos, que nos consideren poco importantes y entonces dejen de querernos. Hemos relacionado el amor con la importancia personal. Cuidamos la importancia personal como una forma de recibir amor, lo cual es erróneo.

A través de diferentes formas de comunicación nos venden la idea que una persona muy importante también será muy querida. Sin embargo es evidente que las personas muy importantes normalmente están muy solas.

Al centrarnos en buscar amor y aceptación en el exterior perdemos el verdadero camino. El camino del guerrero espiritual es un camino interior. Es el ego, maya para los Hindúes, quien nos aparta del camino espiritual hacia la búsqueda en los demás. La búsqueda externa es el inicio del camino de la víctima. Una y otra vez se verá defraudado esperando encontrar en el exterior la plenitud y el amor.

Al buscar ser importantes para los demás hacemos las cosas para que sean notadas y valoradas por lo demás con lo cual nos perdemos. Cuando alguien no quiere reconocer nuestra valía, quedamos atrapados en sus manos irremediablemente. Exigiendo indignados que nos den lo que creemos que nos pertenece. Furiosos por pensar que no nos reconocen o valoran lo suficiente.

Hacemos una gran cantidad de cosas esperando que los demás valoren lo que hacemos. Si supiéramos que a los demás no les importa lo que hacemos dejaríamos de invertir tanto tiempo y energía en hacer cosas por los demás. Es muy diferente hacer algo para que los demás se percaten y me valoren, que hacerlo porque a mi me parece bien sin  dar exagerada importancia a la opinión de los demás.

Si alguien se sienta frente a mi y me dice que no le agrado. Estoy en consideración interna si quiero convencerlo de lo contrario o caigo en la importancia personal si me indigno furioso y quiero insultarlo o deshacerme de él. Un verdadero guerrero espiritual entiende que es él quien tiene el problema, no yo. Es él quien se siente incómodo, no yo. Respeto su punto de vista entendiendo que su opinión no cambia nada en mí. Sé que es agradable ser aceptado y valorado por los demás, pero entiendo que no soy menos importante o valioso cuando alguien tiene una mala impresión de mi persona.

Al sabernos criticados normalmente invertimos una gran cantidad de tiempo y energía en querer cambiar la opinión de los demás. Si entendemos que no está en nosotros cambiar la opinión de los demás, nuestra vida sería más tranquila. Utilizaríamos ese tiempo y energía en nuestro camino espiritual, en vez de desperdiciarla intentando convencer a los demás que están en un error.

Cuando asisto a un mal entendido es de sabios intentar aclararlo, pero sin caer en la importancia personal o la consideración interna. Si la otra persona no quiere entender el error de apreciación, puedo dejarlo en su error desde la compasión, comprendiendo que falta aprender algo en esa situación y por eso el mal entendido. No  puedo cambiar lo que piense él, pero soy amo de mi propio territorio y puedo decidir qué pensar y qué sentir de esa situación, independientemente de lo que el otro piense o haga. Si entrego mi paz interior y mi energía en querer controlar lo que él piensa o dice, entonces estoy caminando como víctima no como guerrero. Mi energía será desperdiciada en una labor inútil como víctima y no quedará energía para el camino espiritual del guerrero.

La importancia personal y la consideración interna son dos de las leyes que impiden nuestro despertar espiritual. Mientras el ego sea el dueño de nuestro castillo, seremos continuamente influidos por los demás. Por sus tonos, expresiones faciales, comentarios y lenguaje corporal. Entregar nuestra conciencia al ego cuesta caro y este es uno de los precios que debemos pagar a la inconciencia en que el ego nos mantiene.

Dedicamos gran cantidad de energía poniendo atención a los demás y queriendo controlar sus pensamientos y acciones. Este es el camino de la víctima. En su inconciencia ignora que no puede controlar a los demás, sin embargo vive pensando que si se esfuerza y hace lo correcto logrará que los demás piensen bien de él y entonces será más querido. Un guerrero consciente entiende que la mejor forma de manejar la energía es en su crecimiento espiritual. Los guerreros se preparan para tener conciencia; y la conciencia total solo les  llega cuando ya no queda en ellos nada de importancia personal. Solo cuando son nada se convierten en todo.

 Usamos la consideración interna para todo, la casa, la ropa, a la gente, si nos observan pensamos que algo está mal. Creemos saber lo que los demás piensan sobre nosotros.

Creo  “hacer el ridículo” y que todos me ven. Pienso que se rien de mi, que dejarán de valorarme, me verán como “perdedor”.

Quiero controlar todo lo que los demás piensan y lo que los demás dicen. Deseo que los demás solo piensen cosas agradables de mí.

Los juicios sobre otras personas es reflejo de lo que yo pienso. Por ejemplo si yo temo que me juzguen  físicamente es que yo haría lo mismo con otros.

Para eliminar la consideración interna necesitamos dejar de elaborar juicios de todo. La consideración interna se basa en los juicios que hago respecto a los demás y a mi mismo.

Un niño no tiene consideración interna, lo aprendemos de los padres. Tiene que ver con esa parte llamada “dominancia femenina”. Son todos los deberes que la madre enseña a sus hijos. En la calle elaboran juicios de las personas que pasan alrededor, “…mira ese desordenado tiró un papel, aquella señora se pasó imprudentemente un alto, esa se paró en doble fila y detiene el paso de los demás…” pasamos la vida queriendo educar a los demás. Esa es la dominancia femenina. Tiene una parte buena ya que promueve el orden pero limita nuestro desarrollo al coartar la libertad de explorar e intentar nuevas y diferentes cosas.

Solamente si logramos terminar con la importancia personal y la consideración interna, podemos caminar el verdadero camino hacia ser nosotros mismos. Son los primeros y más grandes obstáculos los juicios y la dominancia femenina.