El Conflicto en la Pareja

El conflicto es la energía básica de la pareja. El factor inconsciente que propicia la atracción son los opuestos. Una pareja con muchos elementos opuestos propicia mucha atracción, pero también muchos conflictos. Una pareja con pocas diferencias pueden convertirse en una pareja con poca vitalidad.

Tenemos ideas erróneas de lo que significa conflicto. Un conflicto es una diferencia. Las diferencias son necesarias para el desarrollo. Es absurdo pensar en dos personas idénticas, sin diferencias. Las partes similares o iguales de la pareja son útiles para convivencia y el desarrollo común. Las áreas diferentes, sirven para complementarse.

El conflicto en la pareja, permanece oculto en la etapa de enamoramiento. La identificación con el otro crea la ilusión de ser como dos gotas de agua. Pensamos que mientras más parecidos seamos, la relación de pareja será más fácil. El enamoramiento me lleva a pensar que el otro es mi alma gemela. La pareja debe pasar por la etapa de desilusión para ver al otro como es en realidad. Pero también veré aspectos que pueden no gustarme y ahí empieza el conflicto. El conflicto abre la posibilidad de negociar, de construir.

La relación es una construcción de dos personas. Creemos que un buen matrimonio es resultado de haber elegido a la persona adecuada. Si el matrimonio falla es que no elegí adecuadamente. Esta es una creencia errónea. Si el matrimonio no funciona es porque hemos fallado en las negociaciones.

El matrimonio funciona por las negociaciones. Por el manejo de las diferencias. Por el manejo del conflicto y la estructura que se le da. Estructura son las normas, los principios  y reglas presentes en una relación. La estructura debe estar al servicio de la pareja y no la pareja al servicio de la estructura. La estructura al servicio de la pareja significa promover el desarrollo individual y de pareja con las reglas y no crear una prisión que impide el movimiento y el desarrollo. Los límites, las actividades y reglas deben permitir sentirse cómodos para desenvolver su carácter (sociable, deportista, trabajo o estudio) y lograr su desarrollo. Es decir la suficiente libertad individual para investigar en sus inquietudes que propicien un mejor desarrollo como individuo y que eviten el caos y desorden del libertinaje.

 

Cada pareja maneja la energía presente en el conflicto de diferentes formas. En principio existen tres formas básicas de manejar el conflicto:

 

  1. La forma sumisa. Uno cede para evitar el pleito.
  2. La forma agresiva. Ninguno cede, pelean y ninguno se escucha, también es una forma de evadir el conflicto.
  3. La Igualdad. Donde los dos ceden, logrando un acuerdo.

 

 

 

 

 

La forma como la pareja vive el conflicto nos permite identificar tres formas conceptuales de pareja:

 

  1. La pareja desvitalizada.
  2. La pareja habituada al conflicto.
  3. La pareja vital.

 

La pareja desvitalizada.

La pareja desvitalizada vive evadiendo el conflicto. Una parte de la pareja carga al otro. Teme la discusión y busca evitarla, aún cediendo sus expectativas y deseos. Pueden alternarse el papel del prudente. Como en aquella frase terrible de las abuelas: «En alguno debe caber la prudencia». Lo cual en vez de servir, detiene el desarrollo y daña la relación. La pareja que evade el conflicto pierde energía, pierde vida. Viven juntos pero cada vez más aburridos y distantes, llenos de rutinas que los mantienen ocupados, así evitan un contacto más cercano, temen la intimidad emocional. Cada uno tiene su vida, aparte y sus actividades, aparte, pero comparten la casa y los hijos. Viven pacíficamente y creen que son un buen matrimonio porque no pelean. En realidad la relación está enferma, sin energía a punto de entrar en coma. Es tan poco el contacto de emociones, que cada uno tiene que cargar sus energías en otro sitio diferente. Hablan de otras personas, del trabajo y casi siempre de los hijos. Evitan la intimidad emocional, por la carga energética que suscita ya que puede disparar el conflicto. Por ello se hacen acompañar de otras parejas que les ayuden a evadir el conflicto, a evitar la tan peligrosa cercanía. Pueden criticar al otro con terceros, hablar de lo aburrido, de que falta algo en la relación, quejarse con otros pero casi nunca con su pareja. Con frecuencia quedan los hijos atrapados en medio de los padres, no es raro que alguno de ellos duerma incluso en la cama de los padres, como una forma de sellar un pacto de distancia en silencio.

 

La pareja Habituada al conflicto.

Esta pareja puede discutir y alegar de casi cualquier cosa. Si no dejaron los trastes de la comida remojando, si dejaron abierta la ventana, si la tv está muy fuerte o muy cerca, si dejaron el coche con poca gasolina. La capacidad para pelear es tan extraordinaria que pueden pelear por casi cualquier asunto, aunque sea de otros. Cada diferencia se transforma en la posibilidad de pelear quién es más valioso, quien tiene la razón o quién es más importante. Ceder es el equivalente a ponerse por debajo del otro. Como si ganar o tener la razón fuera un asunto de vida o muerte. Discuten por todo pero casi nunca se ponen de acuerdo. Es también una forma de evadir el conflicto. Argumentan para descalificar los argumentos del otro, no buscan un objetivo común. El resentimiento los aleja y con frecuencia se convierten con el tiempo en una pareja desvitalizada.

ESCUCHAR ACTIVAMENTE Y RESOLUCION DE CONFLICOS

Cuando se escucha con ansiedad y prejuicios, es fácil malinterpretar los mensajes del otro. Adelantamos conclusiones. Interrumpimos en forma incorrecta ‚ inapropiada sin escuchar al otro.  Cuando el temor a no ser escuchado o descalificado es grande, nos preocupamos más por imponer nuestro criterio que por escuchar al otro. Nos volvemos sordos a las opiniones y solicitudes que legítimamente nos hace el otro. En vez de escuchar a los demás, nos imponemos con violencia.

Escuchar en silencio con atención es una forma de lenguaje  corporal que comunica interés y valoración al otro. Sin necesidad de decir nada, o tan diciendo: «ya veo o «continúa» y la otra persona se da  cuenta que realmente la estás escuchando. No basta con escuchar atentamente, además es necesario confirmar que lo que entiendo e interpreto de mensaje es correcto. Para ello es útil parafrasear repitiendo lo que entendimos que nos comunicó, o hacer una retroalimentación con el contenido de lo entendimos. Para parafrasear contenido, debes usar tus propias palabras para descubrir el mensaje básico de la otra persona.

Usando abre puertas:

Cuando rehúsas en forma asertiva una solicitud, expresas una crítica, o emites una opinión o sentimientos desagradables, la otra persona puede sentirse dolida y guardar un silencio resentido u hostil. Puede negarse a expresar sus sentimientos y molestia directamente. Es claro que tiene dificultades para manejar sus emociones ante la situación. El resultado con frecuencia  silencio y distancia.Pueden necesitar tiempo, para conseguir la tranquilidad emocional y poder expresar sus emociones o su parecer. A estas personas puede ayudarlos si preguntas por sus sentimientos y reacciones de forma directa sin hacer juicios, ni demandas.

 

Hay varias formas de hacerlo:

Preguntar por las reacciones; la forma más simple es preguntar por las reacciones que le produjo el mensaje, en forma simple y directa. ¿Creo que algo de llo que sije te molestó Fue así? ¿Qué fue lo que te molestó de lo que te dije?

 

Preguntando por el mensaje recibido: Las personas pueden reaccionar enojadas, ante un mensaje que interpretan en forma equivocada. Ya sea que tengan una idea errónea, o un prejuicio que funciona como filtro que distorsiona el mensaje, que confunda una sugerencia con una crítica personal o que vea la propuesta de soluciones como demandas. O puede ser que la persona que envía el mensaje no lo haga en la forma adecuada y clara. Por ello es conveniente cerciorarse de que el mensaje fue entendido correctamente.

Poner un alto al fuego para recuperar la cordura.

Hay ocasiones en que la discusión se hace tan acalorada que dejan de escucharse, Subiendo el tono emocional de la conversación. En estos momentos es conveniente:

 

  1. Un llamado al orden: detener la discusión para volver posteriormente a retomar el tema y llegar a conclusiones.
  2. Preguntar por el mensaje que se recibió y que ocasionó la reacción violenta.
  3. Identificar los puntos que se malinterpretaron.
  4. Aclarar el significado del mensaje.
  5. Retomar el asunto para sacar conclusiones y negociar acuerdos o proponer soluciones.

 

              NEGOCIACION DE ACUERDOS

Las diferencias de opinión y los desacuerdos en la relación de pareja son la esencia y el centro que mantiene la vida en la pareja. Cuando la pareja calla para no pelear, pensando que evitar discusiones mejora la relación, es un error. Cada opinión diferente es un punto de vista diferente. Los puntos de vista diferentes enriquecen. Cuando la pareja comprende que las diferencias son valiosas para la relación, pueden en vez de tener la razón, aprender a intercambiar información. Las personas podemos tener diferentes puntos de vista de una situación dependiendo si ponemos atención en las emociones, en la relación, en la estructura. Al hablar de la situación posteriormente cada uno da énfasis al aspecto que más le llamó la atención y esto puede suscitar discusiones, pensando que el otro está alterando la verdad.

Si la esencia de la relación de pareja radica en el conflicto, el éxito de la relación radica en la negociación de acuerdos. La esencia de la relación es el conflicto debido a que la relación de pareja para que sea funcional debe significar un reto. Si yo digo que si a todo lo que el otro quiere o propone, si soporto cualquier cosa, pensando que por eso me van a querer, terminaré siendo aburrido y sin emoción para el otro. Es como en el deporte, la relación debe ser emocionante, reñida pero divertida. Si cada situación se convierte en una discusión o tratamos de hacer como si nada pasa, el juego deja de ser divertido y la relación está en riesgo.

 

Existen una gran variedad de pensamientos erróneos acerca de los conflictos:

 

–      En toda discusión uno gana y otro pierde. Debo ganar para sentirme bien.

–      Las discusiones son malas.»Todo» conflicto debe ser evitado.

–      Expresar claramente lo que quieres es de “mal gusto”. Es mejor quedarte callado para evitar un mal momento.

–      «Todos» los conflictos deben ser solucionados.

–      En un conflicto «siempre» hay uno que está bien y el otro está mal.

 

Este tipo de pensamientos interfieren con la habilidad para resolver los conflictos. Algunos conflictos bajan la tensión al hacer ver a la otra persona cuáles son tus sentimientos. Otras veces hay que insistir en nuestra conducta asertiva para ser escuchado o atendido. Pero siempre un conflicto debe ser negociado y concluir expresando: ¿qué vamos a hacer la siguiente vez que se presente el problema? Esto permite tener claro el curso de acción en las siguientes ocasiones. Podemos decir incluso: “hacemos eso la siguiente vez, pero no estoy totalmente convencido y me gustaría volver a tratar el tema después”. La medida para saber cuán exitosa resultó una negociación es la satisfacción. Una negociación de 90/10 puede ser buena cuando los dos se sienten satisfechos. Una negociación de 50/50 es mala cuando uno o los dos están inconformes.

 

Un buen modelo para manejar conflictos y negociar es el modelo de Thomas Gordon:

 

  1. Definir el problema.
  2. Proponer posibles soluciones.
  3. Establecer acuerdos.
  4. Proyectar a futuro.
  5. Reevaluar los resultados de la decisión.

 

Es fundamental la participación activa de las dos partes, para que la solución sea de común acuerdo; es frecuente que una de las dos partes sea la que toma la parte activa, e incluso presiona y la otra acepta pasivamente, pensando que está evitando un problema indeseable. Cuando esto sucede la solución no es la más conveniente ni convincente, y propicia que la parte inconforme no cumpla con los acuerdos. Que es una forma pasiva de rechazar un acuerdo en el que está inconforme. Por ejemplo: Una pareja discute porque él llega tarde los viernes en que sale a comer con sus amigos. Ella molesta presiona para que los viernes salgan al cine en la tarde. El acepta, pero el siguiente viernes llega nuevamente tarde, faltando a la cita con ella para ir al cine. Ella no ha entendido lo importante que son los viernes de amigos para él. El no ha entendido que a ella le preocupa no sentirse tomada en cuenta. Mientras no entiendan las necesidades propias y las del otro, no podrán negociar acuerdos satisfactorios.

 

Definir el problema. Para definir el problema necesitamos dos cosas:

–      Entidad del problema. (¿quién tiene el problema?)

–      Claridad. Saber qué quiero.

 

Entidad del problema. Ejemplo: Cuando Juan llega a casa por la noche Juanita está viendo en la tv la novela que le gusta. Cada vez que Juan llega de trabajar se hace de cenar solo, pues Juanita está ocupada en la tv. No le gusta cenar solo y se molesta cuando la ve en la tv, no expresa claramente lo que le sucede y solamente critica las telenovelas como una pérdida de tiempo y a las personas que la ven como ociosas y faltas de cerebro. Es una forma de agresión desviada, que termina por hacer a Juanita sentirse molesta e incómoda. Es también una forma de crear un problema para que deje de ver la novela. ¿Quién tiene el problema? Juan que no le gusta cenar solo.

Claridad para saber que quiero. Juan tiene la creencia que un marido al llegar a casa debe ser recibido por la esposa. No le gusta cenar solo y se siente maltratado por Juanita que sigue viendo la telenovela y el cree que no le importa a ella. El puede creer que Juanita tiene un problema con las telenovelas y la presiona para que las deje. No tiene claro que el problema es de él. Quiere que Juanita lo reciba al llegar a casa. Identifica el malestar, pero desconoce qué lo produce.

Claridad para solicitar lo que quiere.

 

Cenar juntos después de la novela. Que ella deje algo preparado para cenar y cuando él llega la cena está lista y los dos pueden ver la novela. El sabe lo que no quiere: sentirse ignorado al llegar a la casa y cree que el problema es la telenovela. Eso crea discusiones largas e inútiles. El problema es de él, no de juanita. Entonces es él quien debe iniciar el diálogo, incluyendo también lo que ella quiere: Yo quiero sentirme atendido al llegar a casa y tú quieres ver la telenovela a la hora en que llego. ¿Qué podemos hacer?

 

 

Proponer soluciones. Implica que los dos tomen conciencia de la situación incómoda que se está dando en la relación y que cada uno tiene una necesidad diferente. Es un error centrar la comunicación en las obligaciones. “La hora de llegar a esta cas son las 8:00 pm a más tardar!”. La vida de la pareja se hace más placentera y satisfactoria cuando ambos se comprometen con las necesidades y gustos de su pareja. Una persona que está satisfecha muestra lo mejor de ella. En la medida que está frustrada e insatisfecha muestra lo peor. Para trabajar en las soluciones debemos incluir las necesidades de los dos por ello definir el problema implica tener claro: yo quiero esto y tú quieres esto otro ¿Qué podemos hacer?  Me responsabilizo de mis emociones, de lo que quiero siento y pienso. Pero también doy lugar a incluir lo que tú sientes piensas y quieres. Las soluciones deben ser incluyentes, podemos hacer una lluvia de ideas. Tener una variedad de opciones, para decidir una en la que los dos se sientan satisfechos. La mejor negociación es en la que están de acuerdo.

 

Establecer acuerdos. Pueden establecerse acuerdos transitorios para evaluar cómo resultan las cosas con las decisiones tomadas. Alegar que ya lo habíamos hablado para presionar en la decisión tomada es un error. Cuando cualquiera de las dos partes se siente incómoda con la decisión, debe ser renegociada. Por ello los acuerdos pueden ser transitorios. Un buen acuerdo no es necesariamente 50/50, el mejor acuerdo es el que logra un buen grado de satisfacción. Una relación de pareja una construcción que se hace día a día con los acuerdos.

 

Proyectar a Futuro. Una vez decidido el curso de acción es útil pensar. ¿Qué vamos a hacer la siguiente vez que esto pase?. Es hasta ese momento en que la claridad de la decisión implica un compromiso de las dos partes.

 

Reevaluación de acuerdos. La pareja es un sistema en continuo cambio y acuerdos tomados pueden dejar de ser útiles a la pareja en su desarrollo. Aparece entonces la incomodidad y es importante comunicar a nuestra pareja que ese acuerdo nos está complicando la vida. Para reiniciar una nueva negociación. La pareja debe ser un sistema eficiente en continua reingeniería, nunca un sistema rígido y coercitivo. La vida implica cambios y el movimiento de acuerdos da vida a la pareja.

 

        Errores en el manejo de las negociaciones.

 

Resistirse o evitar la discusión del problema. “No es para tanto, no me cuesta ningún trabajo hacerlo, lo hago porque la quiero”. Callarme algo que me incomoda lleva un gran riesgo. “Para qué hago un problema de esto”. La energía se acumula y algo que al principio parecía sencillo, con el tiempo, me produce cada vez más molestia. Si algo me incomoda es mi responsabilidad dar acuse de recibo a mi pareja. No como queja o reclamo. Es informar al otro de una situación que sería conveniente considerar en algún momento. El temor nos cierra. “para qué le digo, se va a enojar”. Así la relación de pareja se convierte en una prisión.

 

El silencio hostil o resentimiento. Ante el riesgo de perder una negociación, podemos guardar silencio molesto, como una forma de manipular el sistema para tener poder. “Juan olvidó nuestro aniversario de bodas. Juanita pone cara larga entre tristeza y enojo y resentida contesta de mal modo a lo que Juan dice”. Juan se percata del enojo de Juanita e intenta contentarla con lo cual cede el poder. El enojo y resentimiento son dos maniobras de control en la relación. En vez de resentirme debo expresar el sentimiento, así no necesito re-sentirme. Las personas enojonas son controladoras. Es mejor hablar para aclarar las cosas. Expresar mis necesidades en forma clara directa y honesta es lo mejor en una relación. Cuando percibimos al otro molesto es mejor detener las cosas y preguntar por lo que sucede al otro, en un intento por cuidar la relación.

 

Imponer una solución sin escuchar: Cuando una persona intenta presionar para que aceptes como válido su punto de vista. Usar la agresión disfrazada de razón para imponer una solución es cargar emocionalmente el sistema. Dice Juan: “Cuando llegue a la casa y estés viendo tu novela y no esté lista la cena, voy a apagar la tv”.

 

Victimizarse en la relación. Las lágrimas y las quejas son una forma de presionar las decisiones. Ante la dificultad para expresar mis deseos, puedo usar mis emociones para lograr más presión. Cuando me muestro incapaz de hacerme cargo de mi mismo y percibo a los demás como agresores, entonces estoy caminando el camino de la víctima. En toda discusión o pleito hay 2 partes. Tal vez no he aprendido a poner límites y darme a respetar.

 

Argumentar en vez de comunicar. Cuando se inicia una lucha de poder en la relación, damos argumentos para anular los comentarios del otro. En vez de cambiar información y estar atentos a proponer soluciones, convertimos la plática en una esgrima de argumentos, que se convierte en ganar o morir.

 

 

 

 

 

      MANEJAR LA AGRESION Y PERSISTIR CON LA ASERTIVIDAD

 

                       MANEJAR LA AGRESION DE OTROS:

 

Manejar la agresión significa actuar de forma que impactes constructivamente a la otra persona. El término agresión significa dejar de escuchar las necesidades o deseos de la otra persona. Aún cuando el tono de voz sea amable la persona cae en la agresión cuando ignora y no escucha las peticiones del otro. Agresión no es solo gritar o tomar actitudes violentas, la agresión empieza al ignorar al otro. Para ves solamente mis necesidades. Manejar la agresión significa poner límites en forma adecuada para lograr respeto y poder aclarar la situación.

 

Hay cuatro formas:

 

  1. Hacer que la otra persona se dé cuenta de su tono agresivo. “¿Te das cuenta lo molesto que estás? Estoy escuchando no es necesario que alces la voz, lo que deseo es que podamos arreglar esta situación.”
  2. Poner límites y parar la agresión. Pedir respeto al otro. “no merezco un trato así, si estás enojado podemos parar la discusión aquí y retomar cuando podamos habla en un tono diferente”, si el otro sigue molesto increpándonos, podemos salir de la habitación e ir a otro lugar. Con lo cual le hacemos ver que no estamos dispuestos a recibir ese mal trato.
  3. Identificar el origen del problema. ¿Qué es lo que te tiene tan molesto? ¿Algo que dije te molestó? No era esa mi intención. Ayudar a que la otra persona se dé cuenta que lo está incomodando ayuda a bajar el tono emocional.
  4. Postergar la situación a un momento más controlado. Es útil detener los acontecimientos en el momento que se encienden los ánimos, con el compromiso serio de retomar el punto para poder negociar.

 

 

   Manejar tu propia agresión:

 

Dando retroalimentación: Es fácil ver la agresión o los comentarios desagradables en los demás, pero reconocerlos e uno mismo es muy difícil. A veces conviene buscar una persona objetiva que te haga ver tus conductas agresivas, o las situaciones en las cuales te volviste agresivo; con lo cual te harías más consciente de tu propia agresividad.

Localizar el estímulo disparador: Hay una serie de factores que «arrancan» o «disparan» tu agresividad, al conocer el estímulo, más fácilmente tomas consciencia de tu agresividad. Esto se puede conseguir a través del análisis de:

 

1. Tu comentario o acción agresiva.

2. Una descripción precisa de lo que la otra persona dijo o hizo, inmediatamente antes de que te enojaras.

3. Los sentimientos que tienes, además del enojo. Ya que el enojo funciona como biombo para tapar otras emociones que no quiero sentir, como miedo o tristeza.

4. Los pensamientos que tuviste respecto a la situación y las creencias que los motivaron.

5. El lenguaje corporal previo a la agresión.

 

Buscar un patrón constante en los pensamientos, sentimientos o reacciones físicas que se presenten antes de tu conducta agresiva. Esto te permitirá descubrir creencias o heridas del desarrollo que propician las sensaciones de amenaza y las respuestas agresivas. Por ejemplo el abuso en la infancia nos hace ver amenazas en cualquier lugar. La injusticia en la infancia nos hace reaccionar molestos y querer cambiar lo que otro piensa de nosotros. Sentirnos rechazados o abandonados en la infancia nos hace sentirnos amenazados ante la crítica o el rechazo.